Entrevista a Javier Moreno Bandera

El Dr. Javier Moreno Bandera es médico especialista y ha desarrollado su carrera entre hospitales y universidades, destacando por su compromiso humano y profesional.

Nacido en el seno de una familia estrechamente vinculada al norte de Marruecos, Javier Moreno Bandera ha conservado siempre una profunda conexión emocional con su tierra natal.

En el año 2025 publica ¡Mi Tetuán! ¡Oh, mi Tetuán!, un libro que es tanto una evocación personal como un testimonio colectivo. Con delicadeza y lucidez, el autor traza una crónica íntima de la ciudad de su infancia, entre aromas, voces y memorias del Protectorado.

Este entrañable recorrido por el Tetuán de ayer es también una reivindicación de la memoria compartida de quienes vivieron en aquel rincón del mundo que, aún hoy, late en sus corazones.

JAVIER MORENO BANDERA, compañero, amigo, paisano y socio de La Medina, comparte con nosotros su obra y su historia en una entrevista exclusiva.

ENTREVISTA A JAVIER MORENO BANDERA

En La Medina nos acercamos a un paisano muy especial, un hombre cuyas palabras nos han acompañado durante años en forma de recuerdos, emociones y anécdotas compartidas.

Javier Moreno Bandera no solo escribe sobre su infancia en Tetuán, la evoca con tal intensidad que uno siente estar caminando junto a él por aquellas calles, oliendo el pan del zoco, escuchando el bullicio del barrio y viendo el cielo del norte de Marruecos teñido de infancia y nostalgia.

Ahora, todas esas vivencias toman forma en su primer libro: ¡Mi Tetuán! ¡Oh, mi Tetuán!, un homenaje a la tierra que nos marcó y a la memoria que se niega a desaparecer.

La Medina – ¿Dónde naciste?
Javier M.B. – Nací en Tetuán, en casa, como solía ser habitual en aquella época, el 22 de abril de 1957, aunque oficialmente figuro como nacido el 23. Como anécdota familiar, se cuenta que, nada más nacer y aún con el cordón umbilical, gateé en la cama, para sorpresa de mi madre y la comadrona.

– Javier, háblanos de tu familia.
– Mi padre nació en Algatocín, provincia de Málaga, en 1921. Huyendo de la miseria que siguió a la Guerra Civil, se alistó voluntario en el ejército y fue destinado al cuartel de Regulares de Tetuán. Mi madre, tetuaní, era hija de andaluces: mi abuelo venía de Tolox (Málaga) y mi abuela de El Burgo (Almería). Mis padres se conocieron en Tetuán y allí se casaron.

Mi padre y un socio montaron una tienda de ultramarinos llamada Jiménez y Moreno, que tuvo buenos tiempos hasta la independencia de Marruecos. Entonces el negocio se vino abajo. Su socio regresó a la península, pero mi padre, gracias a un permiso para vender alcohol —uno de los tres únicos que existían en toda Tetuán—, logró mantenernos a flote.

– ¿Cómo fue tu niñez y esos años vividos en Tetuán?
– De esos años escribo en mi libro, a través de relatos breves que funcionan como pinceladas de memoria. La memoria es selectiva y, afortunadamente, tiende a conservar lo bueno. Aunque el tiempo transforma los recuerdos, los de la infancia y adolescencia permanecen vivos, tal vez por la intensidad de lo vivido en esos años.
Siempre he tenido muy buena memoria, he sido observador y he disfrutado de los pequeños detalles, cualidades que impregnan los recuerdos de emoción. Defiendo la cordialidad entre las personas, más allá de lugar de nacimiento, religión, lengua o etnia. La cultura y la formación son claves para vencer los prejuicios.

– Javier, ¿cuándo y de qué manera fue la salida, el abandonar TU TETUÁN?
– Nuestra marcha fue, como se suele decir, la crónica de una muerte anunciada. Tras la independencia de Marruecos, los españoles residentes en Tetuán sabían que, tarde o temprano, partirían. El número de españoles disminuía poco a poco, sin que llegaran nuevos. En 1974, tras la tensión provocada por la Marcha Verde, la retirada del permiso de venta de alcohol a mi padre y la política de nacionalización económica, decidimos marcharnos. El proceso se consolidó ese mismo año con la llamada “marroquinización” de la economía, que afectó a empresas y negocios en manos de extranjeros, especialmente franceses, españoles y judíos marroquíes que aún mantenían intereses económicos en el país.

– Háblanos de cómo fue tu llegada a esa nueva ciudad de acogida. ¿Estudiabas, trabajabas…?
– Todo cambio de residencia conlleva dificultad. Se necesita una gran energía para establecer nuevas relaciones y amistades. Al principio, el entorno puede parecer hostil.

En mi caso, el traslado a Málaga coincidió con el inicio de la universidad. Afortunadamente, Málaga es una ciudad acogedora. Allí nadie te pregunta de dónde vienes; lo importante es que vives en Málaga, y eso te convierte, de inmediato, en uno más.

– Javier, durante bastante tiempo hemos leído tus crónicas y vivencias de esa niñez. Ahora nos dices que acaba de ver la luz un libro donde plasmas todos los recuerdos vividos en nuestra querida TIERRA. Háblanos de este libro: TETUÁN! ¡OH, MI TETUÁN!
– ¡Mi Tetuán! ¡Oh, mi Tetuán! es el título de mi primer libro. Y no fue simplemente escrito: fue soñado, recordado y revivido. Nació del aire cálido del Marruecos de los años 60 y 70, de esas calles polvorientas donde los niños corrían descalzos y las madres contaban historias al caer la tarde. Cada página está impregnada de sudor e ilusión; cada palabra fue sembrada con el mimo de quien cultiva un jardín de recuerdos.

Escribirlo no fue un acto de voluntad sino de necesidad. Algunas memorias no pueden permanecer en silencio; necesitan un cuerpo, una voz, buscan lectores no como testigos, sino como cómplices. Este libro no quiere ser leído, quiere ser vivido. Que el lector camine con el niño que fui, que huela el pan recién hecho en el zoco, que escuche las risas y los silencios de una época que ya no existe, pero que sigue viva en estas páginas.

Lo entrego con humildad, con el temblor del artesano que da forma a su primera vasija. Porque este libro es exactamente eso: una vasija donde he guardado trozos de mi alma. Ojalá os atreváis a beber de ella.

Nos despedimos del amigo, del paisano. Te damos las gracias, Javier, por este magnífico libro que nos hace vivir de nuevo en ese “MARRUECOS DEL QUE NUNCA SALDREMOS, AUNQUE NUNCA VOLVAMOS A ÉL”.

Ha sido un placer charlar contigo, muchas gracias, Doctor.

 

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